Los experimentos en el fútbol son como en la vida: si salen bien se considera al autor un genio; si por el contrario es un desastre, el inventor se lleva el mismo calificativo. Esto es lo que pasó el miércoles con Emery. Su sistema de cuatro centrocampistas, dejando al equipo sin hombres ofensivos por las bandas, fue un auténtico despropósito, lo que empañó su centenario en Liga con el Sevilla.