Empujón de confianza para Wissam Ben Yedder. Empujón grande, en el escaparate de la Liga de Campeones, ese torneo tan anhelado y en el que el Sevilla ya se exhibe con total naturalidad, como algo rutinario. El delantero francés se confirma como ariete de élite con su hat-trick, un gol de empujarla con la derecha, otro gran gol con la izquierda y un tercero de penalti, fuerte y al hierro, con el interior, lo que muchos denominan la zona de seguridad. Ben Yedder lo que hizo fue poner la guinda, el chapitel a la construcción piramidal de un Sevilla argentinizado en su forma de hablar sobre el césped, que parecía tener un corte alto, sudamericano, ante la parsimonia con la que Banega llevaba los ataques intentando menear el árbol esloveno.
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