Existe un atajo tan complicado como emocionante. La final de la Copa del Rey. Tocar plata y meter al equipo en Europa automáticamente supondría un éxito en un año demasiado extraño, lleno de altos y bajos con poca explicación. Sin embargo, lo normal sería caer a manos de Messi. ¿Y entonces, qué? Asegurar una de las siete primeras plazas es obligatorio, pero el octavo está ya a dos puntos y encima es el Betis, con la cara psicológica que supone este hecho.