Hace exactamente 54 días, Julen Lopetegui rompía a llorar en una imagen que cautivaba al mundo del fútbol y del deporte en general. El entrenador del Sevilla acababa de coronar a su equipo como campeón de la Europa League tras superar al Inter en la final, al United en semifinales y multitud de obstáculos -grupales y personales- hasta tocar con los dedos la gloria. Sin tiempo para digerirla ni recrearse en ese momento, el guipuzcoano ha tenido que preparar deprisa y corriendo otro curso al frente del club andaluz. El reto es gigantesco. Todos miran al Sevilla y tratan de descifrar hasta dónde podrá llegar. Y Julen trata de pinchar el globo de la ilusión desmedida. «Quedar cuarto es dificilísimo. ¡Dificilísimo!», dice casi parándose en cada sílaba. Su Sevilla, aunque no lo pueda o quiera decir, puede aspirar a todo.