El frenesí de sus primeros meses le legitima para aseverar que «el nivel de exigencia que hay sobre este Sevilla no lo ha tenido el club en toda su historia». Sin embargo, no es un hombre que se asuste fácil. Conversador nato, su gran ilusión es que se aprecien sus ganas y la abnegación con la que trabaja. Lo demás, ya vendrá. Y de momento, el balance es inmejorable: segundo, a un punto del primero en una Liga de la que fue el primer líder y en lo más alto de su grupo europeo.