Los sevillistas nos acordamos con mucha acritud de la forma tan sibilina como se llevaron a Jose Mari hace ahora dieciséis años. En aquella época, ellos eran el tercer equipo de España y nosotros, un recién descendido a Segunda. Hoy día, las cosas son muy diferentes, por mucho que ellos hayan firmado su mejor temporada desde aquella época, y nosotros una de las peores. Hoy día, el Atlético de Madrid no tiene la capacidad de llevarse a nuestro mejor jugador, como sí que la tenía en 1997. Y el ridículo que han hecho, tratando de ser lo que no son y estrellándose contra el muro de la realidad, ha sido importante. Al menos en mi opinión.