El Sevilla se viste de gala esta tarde, de nuevo, para recibir y darle la mejor de las acogidas a una competición que nadie ha querido más en el fútbol continental: la Liga Europa. Ni el más optimista de los optimistas en este planeta llamado fútbol podría haber pensado aquel 23 de mayo de 2004, día en el que el Sevilla volvía a clasificarse para jugar una competición europea nueve años después (ganó en un duro y épico encuentro al Osasuna por uno a cero), que luego la UEFA, como así se llamaba entonces el sueño de Nervión, llevaría su nombre, que se convertiría en su mejor aliado y el que mejor sabría entenderla.
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