El Sevilla volvió a Europa enterrando los fantasmas de Sporting de Braga y Hannover 96, equipos que recetaron una inesperada y prematura eliminación en las dos últimas experiencias continentales, aunque quizá sin el brillo que su ilusionada afición esperaba. Gracias a un arreón final, los de Emery lograron un resultado acorde con lo que la entidad del rival demandaba. El Mladost Podgorica fue un enemigo que no inquietó nunca, jamás, y que debió ser goleado mucho antes de lo que al final fue por culpa del ritmo veraniego con el que el Sevilla se empleó demasiados minutos.