La polémica está servida. Todo ha tenido lugar justo antes del pitido inicial en el Benito Villamarín, cuando Joaquín Caparrós saltó el cesped y se dirigió a su banquillo. Desde allí, y según él, tras ser nombrado por la afición bética, respondió a ésta con un gesto con la mano abierta. Para el utrerano se trata sólo de un saludo, como explicó en sala de prensa, pero a buen seguro que la gran mayoría de los béticos no piensan igual.