Llega sonriendo, casi forzado por el cansancio que acumula tras finalizar el entrenamiento. Sabe que está ante la gran oportunidad de su vida aunque reconoce fuera de micros que le está costando coger el ritmo. En dos años ha pasado de jugar en Tercera a afrontar su primer año en Primera división. Ilusión y ganas, dice, no le faltan.