Tras una primera parte de la temporada que ha sido complicada para él, entre una lesión de tobillo y su imputación en el presunto amaño del Levante-Zaragoza, el fútbol hace justicia y vuelve a sonreír a Vicente Iborra. Centrado, excelso trabajador, nada altivo y con unas condiciones imponentes para el desarrollo de su profesión en el plano físico, el valenciano empieza a recoger los frutos de su empeño, que nunca ha sido otro que el de asumir un rol relevante en el equipo y triunfar con el Sevilla, «desde el primer día» que firmó su compromiso con la entidad de Nervión.