Sufrió, sí, fue incomodado y en pocas fases se sintió a gusto, pero se adaptó a su propia incomodidad para mandar en la semifinal gracias a la mayor calidad de sus futbolistas. Interpretó el estilo que la dirección deportiva repudió cuando, en su día, quiso cambiar el modelo que le había dado éxitos y títulos con Emery por la posesión de Sampaoli y sus continuadores, entre los que se encontraban Berizzo. El Sevilla de Montella se metió en la final al contraataque, utilizando como armas la velocidad de Muriel, sí, aunque también adaptando el legado del argentino con el partidazo de pausa, robo y genio que hizo el Mudo, autor del gol de la sentencia final.