Todo cambió tras el intermedio. Ben Yedder, que lo pudo cambiar todo ya a los tres minutos con ese tiro que estrelló en Oier, no falló a la segunda ocasión. El francés ve el fútbol con gafas de cerca. Y cómo lo ve. Sobre todo cuando mira a la derecha. Ayer la dejó pasar a Aleix Vidal, le dibujó el desmarque de nuevo, como en la primera parte, pero esta vez la coló por debajo de las piernas del portero. Tener un delantero así lo encauza todo en partidos trabados en casa. Luego el Levante, con un dibujo muy similar al del Sevilla, se entregó con estrépito: los tres centrales, cuando dieron el paso adelante, quedaron entregados a su suerte porque en la medular nadie cerraba ya las acometidas del Sevilla, que sacó su fútbol verticalísimo.
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