Jarrito de agua fría al mesurado optimismo que había despertado el inicio de Pablo Machín. El soriano, si es tan inteligente como parece, debería tomar nota de lo que aconteció anoche en el tórrido césped del Ramón Sánchez-Pizjuán, que contempló un empate previsible ante la falta de remate de un equipo que debe ser reforzado en el ataque. Es una primera conclusión al punto sumado ante el bien trabajado Villarreal de Javi Calleja, un equipo hecho y bien reforzado que hace unos meses se puso 0-2 (al final quedó 2-2). Otra conclusión es que Vaclik y Kjaer tuvieron una noche afortunada de concentración y reflejos e impidieron otro 0-2. Una tercera reflexión es más de fondo y es relativa a un centro del campo con pocas piernas para jugar tantos partidos.