El secreto de un equipo es saber adaptarse a su nueva fisonomía. Este nuevo Sevilla es distinto al anterior, y el anterior, al que le precedía. Los jugadores van pasando en las plantillas y la virtud de los entrenadores está en amoldarlas con las piezas que llegan y con las que se quedaron. El Sevilla de esta temporada tiene mucha menos agresividad, es menos intenso en la pelea sin jugadores como Aleix Vidal, Bacca o Mbia, pero a la vez es más dinámico y desequilibrante con la chispa de Konoplyanka. Luego está la profundidad de los laterales, el sello que siempre busca Emery, para desarbolar, sobre todo en la segunda mitad, a un Madrid que llegó a Nervión con 4 goles encajados en diez jornadas y se llevó tres en noventa minutos.
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