Cambiar cinco futbolistas de golpe, la mitad de los diez de campo, es una barbaridad y, entre otras cosas, fue una de las cuestiones que se llevó a Berizzo por delante. No hacer ni ningún cambio, ninguno, con partidos exigentes como los que ha tenido el Sevilla cada tres días es otra barbaridad. Pasar de don Juan a Juanillo justo ahora que tiene prohibido fallar le va a pasar factura a Montella, que si en otra fase de la temporada, con más margen de error, se empeñó en no refrescar jamás a su once, ayer dio la sensación de buscar descaradamente en Múnich un lucimiento a costa de su crédito en la Liga y, preocupantemente, importarle lo más mínimo dejar al Sevilla sin Europa el curso que viene.