Como bien ha dicho Machin, su equipo debe persistir en corregir sus defectos y en afinar en sus virtudes. Algo de lo segundo apareció ante los belgas, un rival –por aclarar– fuerte físicamente pero bastante menos ordenado que el Getafe. Y menos de lo primero también hay que decir que se vio sobre la hierba del Sánchez-Pizjuán más allá de lo escandaloso que al final resultó el 5-1. Y no puede decirse que fuera plena la mejoría en parte porque no se pudo ver cómo se comporta este equipo con la fuerza de Amadou en el centro más allá de esas dos pérdidas peligrosas que cedió el acelerado estreno medio en serio del francés. Con Roque Mesa, de nuevo hubo demasiados minutos de pérdida de control, lo que aprovechó el Standard para meter al Sevilla por oleadas en su área en una fase más o menos amplia de la primera mitad.