El Sevilla de Caparrós se encontró un gran aliado en Paco Jémez en una cita fundamental para sus intereses europeos. El excéntrico entrenador cordobés planteó un partido para generarle problemas a un adversario claramente superior y lo llegó a lograr por fases en una primera mitad en la que le generó superioridad numérica en el centro del campo con su decisión de emplear una defensa de tres, lo que le daba un hombre más para ahogar a Roque Mesa y Banega. Es verdad que la debilidad de esos tres centrales le hizo pasar muchos apuros, pero la mayoría de las ocasiones sevillistas, –las dos del Mudo y la de Sarabia– fueron contraataques fruto de un mayor dominio por momentos de balón de los vallecanos. Pero Jémez tomó una decisión en el descanso que fue fatal para su equipo, pasar a una defensa de cuatro, con lo que eliminaba un hombre de la zona ancha para que, en equilibrio en número o incluso en superioridad con el paso atrás de Franco Vázquez, el Sevilla empezara a sacar su calidad.
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