Hay partidos en los que un solo jugador es capaz de hacer retroceder a un equipo. Diego Costa no es la primera vez que lo hace en el Sánchez-Pizjuán, pero ayer fue claramente el jugador que metió por lo menos treinta metros más atrás a la defensa del Sevilla. Justo donde la presión a la salida del balón de los de Montella sí iba a hacer efecto frente a los minutos iniciales, esa fase del encuentro en la que el Sevilla logró encerrar al Atlético en su área a base de tocar rápido a uno o dos toques, pero desde una línea defensiva instalada casi en el centro del campo.