Jugar al fútbol ensimismado en el toque, en sublimar la posesión como si ésta garantizara la victoria por inercia. O jugar al fútbol con la portería en el punto de mira sin renunciar al manual de juego combinativo que tiene Sampaoli por biblia. Fue la diferencia del Sevilla sin Vitolo y con él. El canario es mucho más que un extremo. Es tal su ascendencia sobre el juego del conjunto -también empieza a ocurrir en la selección- que activó a Escudero, acompañó a N’Zonzi -el francés fue el único que lo vio vertical en la primera parte- y forzó que el Deportivo se enrocara en el tablero, lo que agradecieron Mercado y Pareja atrás.
