La tortura de la gota china, que muchos llaman de forma errónea “gota malaya”, consiste en ir desgastando al preso con una gota en la frente cada cinco segundos. Con el paso del tiempo, ni puede dormir ni puede beber y acaba muriendo de un paro cardíaco. Y algo similar interpreta el Sevilla de Julen Lopetegui en la mayoría de sus partidos: suele llevar la iniciativa, consigue aproximaciones al área que sólo insinúan el peligro pero no lo materializan (tan inocuos como gotas de agua), pero la insistencia acaba desgastando psicológica y físicamente al rival hasta que éste se rinde y cae. No, no es casualidad que suela ganar sus partidos en los diez últimos minutos. No podía serlo.