Jesús Navas no está bien. Eso se ve a la legua. Pierde balones por no desear tenerlo en sus pies, como el que quiere quitarse un marrón de encima, cuando su personalidad siempre le ha pedido asumir más responsabilidades de las que le corresponden a un lateral; sube sólo cuando no le queda más remedio; centra a los que surja; y defiende cuanto más cerca de Koundé, mejor, buscando un aliado. Posiblemente esté pasando por su peor momento deportivo desde su afortunado regreso a Nervión. Y, sin embargo, nadie parece poner pies en pared y buscar una solución. Sin una baja médica, Navas no renunciará a ayudar a su Sevilla. Y parece que Lopetegui tiene un contrato vinculante con su capitán. La pregunta que debería hacerse el propio Jesús es si le está haciendo un bien al Sevilla.