Llegó a Sevilla el 2 de agosto de 2003, un sábado con un calor tan insoportable que aún no lo ha podido olvidar. Acompañado del hijo de Juan Fíger, representante del futbolista, y Herminio Menéndez, socio de Fíger y agente del jugador en España, se hospedaron en un hotel cercano al estadio y se «impregnaron» de todo el aire acondicionado, el que le permitiera «respirar» al jugador brasileño.