Kevin Gameiro, un conejo con guantes de boxeo

El fútbol empieza a premiar la férrea voluntad de un futbolista que, pese a su enorme calidad, siempre ha dejado alguna sombra de duda sobre sus prestaciones. Gameiro se topó con la eficacia de Bacca y con dos lesiones inoportunas en sus dos primeros años en el Sevilla, después de su frustrado paso por el París Saint-Germain. Aun así, contribuyó con el colombiano a devolver al primer escaparate europeo al Sevilla, aunque rápidamente se le colgó el cartel de subordinado de lujo. Esta temporada, la enorme expectación que levantó Llorente lo privó de protagonismo en el inicio de curso, en el que fue el sacrificado para un partido estelar, el del debut en casa ante el Atlético. Pero ahora, en pleno ecuador de la Liga, el francés recoge elogios y felicitaciones al ritmo de sus frenéticos goles. Ya es el primer espada. No ha podido empezar mejor el año.

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