La sonora ovación del sábado en Nervión le llegó al alma. Le cuesta aún, varios días después, digerir el cariño recibido tras un año de lucha. Habla Michael Krohn-Dehli: «Jugué una Eurocopa. Y partidos muy importantes. Pero el del Osasuna, en el Sánchez-Pizjuán, con la afición, y con mis hijos a mi lado, siempre será especial. Mi hijo Luka, el mayor (siete años), me decía durante la recuperación que tenía que volver a jugar para verme. Había días que llegaba a casa y me decía: «¿cuánto te queda, papá?». Ya se entera de todo y me animaba, claro. Me decía que daba igual cuando volviera, pero que lo hiciera. Jugar en el Bernabéu fue especial porque llevaba un año sin hacerlo. Pero hacerlo en mi casa, en el Sánchez-Pizjuán, fue inolvidable, de los mejores momentos de mi vida. Luego, cuando la afición empezó a cantar mi nombre. Nunca lo olvidaré. ¡Uff! Gracias. De verdad».
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