Basilie Kondogbia se despertaba todas las mañanas con la ilusión de ser el mejor. Mucho le había costado en la vida mantener una posición de regularidad y cierta comodidad para no querer «jugar» con ahínco a caballo ganador. Con tres hijos (el cuarto llegaría más tarde), Basilie supo pronto lo que era la responsabilidad y el deber por sacar adelante a los suyos. En Poissy, una pequeña comuna francesa de algo más de 30.000 habitantes, todos lo conocían.