La candidez evita el rol de equipazo

El Sevilla pasó en apenas dos minutos de la euforia a la mayor de las frustraciones. La escuadra de Montella, después de un recital de fútbol que debía haber bastado para ser el primero en derrotar al Barcelona en el presente curso liguero, se topó con la cruda realidad de su impericia a la hora del remate. Todo se fue al traste por la inocencia de Muriel, Jesús Navas e incluso Layún, que desperdiciaron no menos de media docena de ocasiones clarísimas de gol para haber rematado al coloso blaugrana por la sencilla razón de que son cándidos hasta decir basta.

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