Pasa que si el Sevilla ha de jugar en Stamford Bridge bajo el calor ambiental de los aficionados del Chelsea, la tropa de Lampard tendrá en su día el privilegio de saltar al verde del Sánchez Pizjuán sin el acogotamiento que producen biris y demás. Se produce, por tanto, una desigualdad que puede desvirtuar la competición. Y pongo por cercanía el ejemplo del Sevilla, pero lo mismo va a ocurrirle al resto de españoles en Europa. ¿Y por qué no se admite en España lo que ya se permite en casi toda Europa? Pues debe ser por lo bien que está llevando nuestro mandarinato esta plaga del Siglo XXI. El calor ambiental no debería ser decisivo, pero lo es, está confirmado que lo es, por lo que vamos a unas competiciones desvirtuadas.