Si le preguntas por Leo Messi abre los ojos y sueña porque los sueños de hadas siempre hacen bien: “Entrenar a Messi sigue siendo una ilusión”. Y tiene respuesta automática cuando le hablan del Barcelona: Luis Enrique. Y de inmediato habla del presente, del Sevilla, del Real Madrid, de la Copa, de la Liga. Un azar que le da de bruces con los de Chamartín tres veces seguidas, algo que no le gusta por el desgaste que conlleva y lo afilado de la cuchilla.
