La frustración es una de las reacciones más verdaderas del ser humano. Cuando las cosas van mal, la frustración nos lleva a incurrir en errores que en otras circunstancias serían imposibles de cometer. Lo de Banega ante el Girona fue fruto de la desesperación, al igual que la del aficionado pidiendo que el centrocampista argentino no vuelva a vestir nunca más la elástica sevillista. Quizás hemos acabado aquí por un problema de autocontrol de su frustración, o quizás sea un problema táctico o físico y cuya responsabilidad recaiga más en el entrenador que en el propio futbolista. Lo único que tengo claro es que el Sevilla necesita más Banegas y menos Amadous, aunque todos los perfiles son necesarios.