Recién aterrizado en Sevilla procedente de Hamburgo, donde el equipo nervionense puso fin a una semana de concentración con varios amistosos, Jorge Sampaoli le confesaba el pasado mes de julio en presencia de José Castro al único de los periodistas presentes que volvía con el equipo un sentimiento interior. «Dejaron marchar a todos menos a mí». La frase, medio en broma, medio en serio, escondía muchas cosas. Se quejaba el técnico argentino de que esa misma tarde había sido traspasado al Schalke 04 uno de los capitanes, Coke, que se quedó en Hamburgo, y sólo un día antes el goleador Kevin Gameiro, que ya había tomado un vuelo desde tierras alemanas para firmar por el Atlético.
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