Pero aún no ha podido olvidar la que, cada día, «escenificaba» su hijo menor, Alberto Moreno, en su casa de El Cerro del Águila cuando le tocaba estudiar. «En su habitación tenía una mesa en la que se ponía a hacer los deberes. Pero siempre, siempre cogía el balón y se ponía a dar pataditas debajo de la mesa y contra la pared. Yo se lo decía: ‘venga Alberto, deja el balón ya, y ponte a estudiar…’. Lo dejaba un rato y luego volvía a sonar: plas, plas, plas….», recuerda la madre del hoy lateral derecho del Sevilla.