Cuatro partidos, algo más de 360 minutos, ya es un margen para que se note, más o menos, la mano de un nuevo entrenador. Y vaya si se nota la de Unai Emery. Sólo el tiempo dirá si, como suele suceder, la mejoría obedece al estímulo del recién llegado, pero lo justo es cernirse al presente. Y el presente dicta, sobre todo, que este Sevilla concede muy poco atrás -Julián apenas fue exigido- porque la espina dorsal, hoy, se siente más firme. Los centrales y los dos pivotes -sí, dos, aunque pisen mucho terreno rival por su enorme despliegue- están fraguando.