Ha bastado un pequeño desliz para que Julen Lopetegui, de cara a la opinión pública en general, vuelva al punto exacto en el que se quedó una semana antes de la declaración del estado de alarma. Es verdad que los cambios perjudicaron al Sevilla en La Nucía ante el Levante porque no mejoraron al equipo. Lo que no es tan normal es que, tras apenas cuatro días de euforia por la exhibición en el derbi, al vasco se le vuelve a señalar como el culpable, en este caso por sus cambios, de los puntos perdidos con el gol en propia puerta de Diego Carlos. Acusaciones de técnico reservón, de ordenar un repliegue, de promover el paso atrás… no se hicieron esperar en contra de Lopetegui. Poco ha tardado en volver la vieja normalidad en la nueva concepción de la vida y del fútbol. Da igual tres cambios que cinco. Lopetegui vuelve a verse señalado al primer disgusto, aunque sea pequeño, que se lleva el sevillismo.