La reacción de la grada del Sánchez-Pizjuán cuando el israelí fue llamado para calentar en la banda durante la segunda parte del duelo ante el APOEL y su posterior debut en casa no fue del todo respetuosa ni para el futbolista ni para el entrenador, que, veladamente, era el destinatario de ese mensaje. Lo peor que le puede pasar al ex delantero del Red Bull Salzburgo es que la afición lo tome como un divertimento, porque nunca llegará a tomárselo en serio e irá en contra de su rendimiento. Este apoyo que puede llegar a ser peligroso si no abandona ese matiz hilarante o guasón que le ha querido dar la hinchada. En toda esta historia subyace la otra parte, la feroz crítica que el sevillismo ejerce sobre Luuk de Jong y su sequía goleadora.