En todo esto subyacen varios puntos importantes de entender. Uno, el Sevilla y el actual presidente, tras casos anteriores en los que recibió críticas por ceder a las presiones de los jugadores (Krychowiak o Gameiro) y negociar con el PSG y el Atlético acuerdos que al final eran más satisfactorios, necesita no dar de nuevo esa imagen. La diferencia es la proyección de los jugadores: diferentes casos del medio polaco y el punta francés, cercanos a los 30 años, con el de Lenglet, con 23. Dos, el Sevilla necesita dinero líquido para poder fichar, lo que un acuerdo con el Barcelona para evitar el trámite del pago de la cláusula y los gravámenes fiscales –no obstante, cambiaron a mucho más flexibles hace un par de temporadas– no haría posible en las condiciones que querría el club sevillista pese a que posiblemente lleve a la larga más ingresos.