Hasta al Barcelona del recuperado Messi le cuesta mantener la continuidad. Es el gran anhelo en una Liga que aún busca el encaje hegemónico de su aristocracia y en la que incluso los equipos de la zona baja pueden dar un sofocón. La forma angustiosa con la que los aficionados sevillistas vivieron el último tramo del triunfo ante el Leganés es la mejor prueba de una igualdad que no permite confianzas. He ahí el mérito sordo del Sevilla de Julen Lopetegui, que sigue echándoles el aliento en el cogote a Real Madrid y Barcelona cuando se acerca el parón de Navidad, precisamente por esa igualdad que hace que fallen todos de vez en cuando. Ayer no pasó del empate el Barça y hoy el Sevilla recibe al muy incómodo Villarreal con la intención de arañarle puntos. No se trata ya de aspirar a luchar por el título de Liga, ni muchísimo menos. Eso sí que sigue siendo una quimera. Se trata simplemente de darle continuidad a esa buena trayectoria que tuvo un levísimo traspié en el empate en Pamplona.