En este mundillo hay algo tan o más poderosa que el balón, los sentimientos. Y tras lo sucedido el pasado sábado en el Santiago Bernabéu, escenario tanto de célebres hazañas madridistas como cementerio de siluetas dibujadas con tiza en el suelo, al director deportivo del Sevilla se le ocurrió la idea de tirar de la tan andaluza exageración a la hora de mostrar su enfado por el arbitraje, en lugar de callar como tantas veces o decir una barbaridad de la que arrepentirse posteriormente, como nunca. «Si anulan el segundo gol lo mismo bajo al campo y saco al equipo», dijo antes de añadir que «el Sevilla asume que los errores puedan pasar».
Iluminados aprovecharon esa exageración para atacar a uno de los pocos directivos con trayectoria casi inmaculada en estas lides. Y emblema del club. Escupir así sobre Monchi y desde la falsedad es como darle una patada a la puerta nº 1 del Ramón Sánchez-Pizjuán y querer emprender la huida sin al menos cojear.