La relación del Sevilla con el gol no se puede decir que sea de amor-odio, más bien de odio-odio. Lo curioso es pararse a mirar las estadísticas del pasado ejercicio, donde el equipo andaluz aparece en los primeros puestos de LaLiga en su balance anotador. Y rara vez, rarísima, era la jornada en la que se quedaba sin marcar. Lopetegui ha borrado ese jugador de 25-30 goles para que la suma de los factores dé un producto cojonudo. Con los resultados en la mano, no se le puede poner un pero. Bueno a rabiar. Sin embargo, el día que la pelotita no entra hay que rascar un poco más. ¿Es culpa de los delanteros? Sí y no. Pero más sí que no. En la segunda mitad ante el Eibar el Sevilla debió hacerse con la victoria, por mucho que en la primera jugase un rondo o un que no caiga, para culminarlo con un error fatal. Tuvo oportunidades de sobra. Si el Sevilla fue el mayor centrador del pasado curso desde los costados, ¿porque siempre que gana tiene que ser con un nudo en la garganta? La respuesta es sencilla: los porcentajes de puntería de sus atacantes sí que son bajos.