Líneas juntas, importancia de la ocupación de espacios, mejor reparto de tareas, más centrocampistas… más seguridad e intensidad. No es que no fuera intenso el Sevilla de Pablo Machín, pero el hecho de retrasar unos metros la primera línea de presión y de coordinar mejor el centro del campo con la defensa propicia más intensidad y más confianza en los hombres que se destapan para presionar o para anticiparse al rival. Y eso, lógicamente, al derivar en robos también da la sensación de que el Sevilla ahora es más intenso. Son las nuevas reglas de Joaquín Caparrós, que ha encontrado su línea con su segundo triunfo en tres partidos y que ahora debe ratificar en Valladolid.
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