Gameiro es pura dinamita. Explosividad. Es de esos delanteros que hace que tu equipo juegue 20 metros más hacia delante que de costumbre. Atosiga al rival, obliga a recular a los defensas a contrapié. Un auténtico incordio. Gameiro combina esa sexta velocidad, cotizadísima en el fútbol, con un apabullante sentido del juego, del desmarque y de la búsqueda de espacios.