El Sevilla de los títulos se fraguó con una idea: comprar barato jugadores con proyección para luego venderlos a un alto precio. La imagen era el Oporto y el Lyon, dos clubes campeones forjados a base de acertar con sus jóvenes apuestas. Y así llegó Alves, llegó Baptista, Adriano, Keita, Poulsen… y no sólo dejó trofeos en las vitrinas sino muchos millones con los que se pudieron afrontar fichajes millonarios, vease los Koné, Negredo, Lautaro Acosta, etc.