El partido se convirtió en una vertiginosa bondad de la locura

El vértigo es el riesgo, la adrenalina es la emoción y la locura es la magia en el fútbol. La locura planeó ayer en el estadio Ramón Sánchez-Pizjuán primero en los alrededores y luego, simultáneamente, sobre la grada y sobre el césped. La locura en el fútbol puede significar muchas cosas, tanto en emociones como en parámetros tácticos. Desde pasión, euforia, ilusión, lágrimas incluso que una cita como la de ayer producía en cada uno de los 35.000 sevillistas que teñían de rojo el santuario nervionense, hasta las continuas idas y venidas que un partido abierto, roto, desordenado… La excitación ofrece alternativas que nunca dará un encuentro controlado en lo táctico por los dos equipos.

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