No tengo miedo por mí sino por mi familia. Tengo una niña de seis años que ayer volvió llorando del parque. Mi hija me dice: ‘Los niños me dicen que he fastidiado al Madrid’… y a mí se me cae el alma al suelo». Tan esclarecedor testimonio fue de Turienzo Álvarez en abril de 2007. Dos días antes, los secuaces del Real Madrid que imprimen periódicos situaron al árbitro asturiano en el disparadero porque pitó dos penaltis en contra del equipo de Capello, que luchaba entonces por la Liga con Barcelona y Sevilla.