Dos semanas lleva el sevillista con el partido revoloteando como una mariposa en su imaginación. Porque no es un partido cualquiera a pesar de que se trate de la Liga y el mes de octubre. De repente, como quien no quiere la cosa, su equipo se ha plantado en el Camp Nou enseñándole la matrícula a todos en el campeonato. Y aunque quedan por delante treinta jornadas, nada menos, este duelo en la cima con el campeón y máximo favorito se ha cargado de un inusitado interés. No tanto porque el Sevilla se haya postulado para lo máximo, lo que aún parece ilusión, sino porque este pulso en la estratosfera va a calibrar las aspiraciones verdaderas de la tropa de Pablo Machín.