Los vestuarios de los grandes clubes de fútbol son a menudo una verdadera olla a presión. Técnicos muy exigentes y jugadores con sueldos astronómicos suelen ser el perfecto caldo de cultivo para que aparezcan los roces. Normalmente, de puertas para dentro. Otras en cambio no. Cuando Bielsa indicó a Fernando Llorente el camino de los vestuarios, la memoria del gran público pudo perfectamente evocar una serie de broncas que el deporte rey ha vivido en tiempos no muy lejanos.