Está en la mente de cualquiera que rodee al mundo del fútbol que hay ciertos partidos de los que se lamenta un equipo cuando hace cuentas al final de temporada. Está claro que en el mundo del fútbol puede pasar de todo, hasta el más pequeño puede ganarle al más grande (si no el Real Madrid no estaría como está ahora), pero no deja de ser realista que en un Sevilla-Huesca, en Nervión, el gran favorito es el conjunto de Pablo Machín. Se miden al colista y todo lo que no sea una victoria se tomaría como una decepción en la noche de este domingo. Es una de esas victorias que se toman por obligatorias en un club con la exigencia del Sevilla, en la que en pocos partidos no hay una obligación absoluta de imponerse al rival. La lógica imperativa de cualquier equipo de fútbol es la de ganar a sus rivales menos potentes o, a priori, inferiores en plantilla, jugadores y presupuesto, e intentar rascar algún punto ante los más fuertes que tú.