Resulta sorprendente el drástico cambio de actitud y fútbol que está experimentando el Sevilla FC. Sobre todo, por el escaso margen temporal que Vincenzo Montella ha tenido desde su llegada para redirigir ciertas conductas y tantos defectos. La lista de teclas a tocar era tan extensa y el deterioro tan profuso que muchos ya daban por hecho que ni el italiano, ni el mejor entrenador que ofreciera el mercado, podían enderezar un proyecto deportivo que hacía aguas por todos los costados.