Lo primero que hizo Míchel cuando terminó el partido en el Arcángel de Córdoba fue agarrar un almanaque y respirar aliviado. Menos mal que aún quedan 17 días por delante para trabajar y montar el equipo. Si alguna conclusión se puede sacar es que hay mucha tarea por delante, sobre todo en ese centro del campo que tantos quebraderos de cabeza está creando al entrenador nervionense.