Fue una imitación torpe en la primera parte que rompió en burlesca en la segunda, ya cuando la goleada se hizo carne. Y muy dolorosa. Lopetegui arde en deseos de ajustar cuentas con el Real Madrid, que además anda patas arriba, y tener amarrada la clasificación para los octavos de final de la Champions lo terminó de convencer para elegir una rotación extrema, de hasta nueve jugadores con respecto a Huesca –Escudero y Vaclík obligados por lesiones– que terminó por despersonalizar a un equipo que se ha distinguido, desde que llegó el buen entrenador vasco, por jugar con una personalidad muy acusada. Con trazo. Con ideas claras. El equipo de ayer no tuvo idea alguna de cómo plantar cara a un equipazo que le planteó la genuina exigencia de la Champions. Desaconsejan a los cirujanos operar a familiares por el peligro del factor emocional…